Y lo es, en serio
lo es. Porque ahora mismo toda mi vida está en regla, perfecta, más que
perfecta, dudo mucho que pueda estar mejor que como lo estoy ahora. Aún así
sigo sintiendo que algo no está bien, que algo falta, porque eso es lo que
estoy acostumbrada a sentir, porque eso precisamente es lo que me ha sucedido
durante toda mi vida, algo me ha faltado. Pero ahora lo encontré, porque estoy
segura de que lo encontré, lo que estuve buscando todo este tiempo por fin
llegó a mí, incluso tengo suerte de haberlo encontrado en un momento tan
relativamente temprano de mi vida, porque así puedo disfrutar mucho más tiempo
de la felicidad que me provee y seguirá proveyéndome porque sé que simplemente
no se va a ir a ningún lado.
Pero entonces…
¿qué? ¿Más o menos por qué se supone que siento lo que estoy sintiendo? El
típico juego mental del cerebro acostumbrado y resignado a lo malo que, cuando
no encuentra nada externo de lo que quejarse, busca y rebusca hasta encontrar
aunque sea una mísera habichuela debajo de mil colchones con tal de sentirse
satisfechamente mal de nuevo. Esa habichuela, esta vez, soy yo misma; porque
claro, con el entorno tan perfecto que tengo actualmente no tengo otro lado en
donde agarrarme.
Y cada vez es más
fuerte la sensación de tener algo dentro que me sofoca, me carcome y no me deja
respirar. ¿Annie? ¿Será realmente ella? Comienzo a dudar incluso de eso mismo.
Entonces… ¿Quién es? O, mejor dicho, ¿Qué es? ¿Qué es esa cosa que día y noche
me acecha buscando hacerme caer aún en mi realidad soñada?
No hay comentarios:
Publicar un comentario